miércoles, 12 de marzo de 2008

Fidel y Cuba, Cuba y Fidel

Socialismo 50 años después

¿qué sucederá con Cuba en el futuro?, otra ¿qué fue de la Revolución Cubana bajo cuyo influjo se formaron nuestras vidas? Nos preocupa esta última porque la Revolución Cubana, hace medio siglo, derrotó todo lo que adversábamos: el imperialismo norteamericano, la dictadura militar, el poder oligarca. Todo eso fue hecho por gente parecida a nosotros y por ella estuvimos repletos de entusiasmo: estudiantes dispuestos a morir porque la realidad circundante no nos gustaba y porque teníamos del socialismo el sueño de una utopía. Tampoco ahora nos gusta¡!La hazaña de Fidel, el Che, y su generación fue el acontecimiento de renovación social y moral más importante de la segunda mitad del siglo XX. Definió el campo del compromiso histórico por una nueva sociedad para millones de gente. Fidel llena la historia latinoamericana a partir de 1960. Nada volvió a ser igual pues el desafío al capitalismo, que se produjo en 1917, se acercó a nosotros, con la Revolución Cubana, como la posibilidad de construir el socialismo, aquí y ahora mismo. Tras el ideal convertido ya en una sociedad palpable, millones de personas lo asumimos como un reto moral e ideológico. Aún más, con emoción, solidaridad, comunión.La visión retrospectiva impone la necesidad del elaborar juicios. ¿Podemos ser objetivos? Resulta inevitable la revisión de lo que el socialismo representó en el ámbito íntimo de nuestro desconcierto. Recordamos con pena el cierre de Pensamiento Crítico pero la alegría de Playa Girón; la emoción de la zafra de los l0 millones y las noticias del concurso anual de Casa de América, leyendo el deleznable Gramma. Vivimos con orgullo las victorias deportivas de sus atletas rompiendo marcas mundiales junto al asombro de los miles de balseros huyendo. En Cuba nunca ha muerto un niño de hambre ni hay viejos desprotegidos, pero no toleran la disidencia política y los Comités de Defensa de Barrio continúan sus rondas nocturnas, arrastrando desaliento, con la voluntad extraviada de vigilarse mutuamente. Y así las cosas, fuimos conscientes que con la utopía de la Revolución Cubana no podía haber términos medios. El modelo de construcción socialista ha probado la fuerza de la heroica resistencia frente a la Helms–Burton Act de 1996, que endureció más y prolongó el embargo norteamericano, prohibiendo a Washington cualquier negociación con Cuba. En el marco de las relaciones de dependencia de EE.UU., ahora exacerbados con los TLC, ningún país latinoamericano soportaría la prueba del aislamiento, menos aún de la agresión norteamericana. Cuba ha soportado el embargo y los profundos daños que produce; y también decenas de pretextos, porque el parteaguas es el sentimiento antiimperialista.El modelo político de partido único en Cuba ha planteado persistentemente el dilema de transformar el plan revolucionario en una democracia plural. La experiencia del socialismo real, en Europa y en Asia, enseñó que el orden social se construyó y se mantuvo con un Estado–partido que coloniza la sociedad de forma total; al socialismo real se le reconocieron rasgos totalitarios. En el debate que esto plantea, no sabemos si aparte de las libertades burguesas hay otras libertades sin adjetivo; tenemos la certeza que los derechos humanos tienen un valor universal. En el interior de estas dudas y evidencias, el balance retrospectivo nos recuerda que la teoría del socialismo advertía una primera etapa de dictadura del proletariado. Viviendo en estos países atroces dictaduras de la burguesía, imaginamos el socialismo como una democracia y aceptamos el tramo totalitario como un dato pasajero, una concesión superable, como un acto de fe. En 50 años de historia, la prueba del tiempo es suficiente para que los contenidos sustantivos de un modelo social sean definitivos. Por lo que apreciamos, el socialismo resuelve unos problemas y se enreda con otros; por lo menos dos generaciones han pasado esperando que la provisionalidad de muchas limitaciones terminen. El dilema es arduo porque son dos generaciones que se acostumbraron a vivir haciendo cola, con la tarjeta de racionamiento en la mano y una alegría verbal sin paralelo; a desfilar y corear en actos de plaza, más por obligación y compromiso; y a votar sabiéndose ganadores a disgusto. Con entusiasmo ilimitado cantamos con las voces de la Nueva Trova, vimos el éxito de su cinematografía, de sus danzantes y escritores, muchos de los cuales completan su éxito en el exilio. ¿No hay término medio para conciliar los sueños de medio siglo con la dura vigilia de este nuevo milenio? Toda política produce disidentes. Aquí a los rebeldes los asesinó el Estado, por ello disgusta que allá los confundan con agentes de la CIA y se pudran por 20 años en la cárcel. La aspiración por vivir en libertad no es transable en lo que ella tiene de dignidad personal, cuando se traduce en el ejercicio de los derechos humanos. En Cuba socialista hay altos índices relativos de desarrollo humano (salud, educación) pero ¿qué ocurre con el pleno ejercicio de los derechos humanos? Allá no hay analfabetos, ni niños descalzos, ni embarazadas sin atención médica, pero no se ha resuelto el vital asunto de la oferta alimenticia, siempre en mora, aunque nadie muere de hambre. Cuba tiene la tasa de homicidios más baja de América Latina, no hay violencia criminal ni consumo de drogas ilícitas, ni jóvenes pandilleros, que aquí son la expresión de un enorme fracaso: la pérdida de una existencia útil para una parte de las nuevas generaciones.La Cuba revolucionaria nos disgusta cuando el hermano mayor le cede el poder al hermano menor (sic) y aquel advierte que seguirá aconsejando. Cuando después de medio siglo, no es electo Vicepresidente un joven nacido después de 1959, sino un burócrata senil que nació con la dictadura de Machado. ¿Y la juventud, no es confiable? Sí y no. A Guatemala han llegado 300 jóvenes médicos que han atendido 30 mil partos, y operado más de 40 mil enfermos, incluidas l0 mil operaciones oftalmológicas, todo gratuito. Es una sociedad admirable cuando ha podido desarrollar altas cotas universales de tecnología médica, cuando educa decenas de jóvenes latinoamericanos en el arte del cine y a miles en las ciencias médicas. Un vigor profundo, juvenil, debe tener cuando intercambia médicos por petróleo o cuando en hermosos gestos de solidaridad envía médicos, entrenadores deportivos y artistas para educar, servir, patrocinar. ¿Ilusiones socialistas 50 años después? Ahora nos movemos al socaire de una utopía debilitada. A Cuba no le deseamos una democracia como la guatemalteca sino una mejor que conserve todo lo que hoy favorece al pueblo y al mismo tiempo, que corte de raíz los terribles aspectos que lo degradan. Cincuenta años después, con o sin ilusiones por el socialismo, deseamos que ya no haya un solo cubano con deseos de huir y si quiere salir de su patria, que sea como una expresión de libertad.

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